Hoy ha sido un día de recuerdos. Por la mañana he ordenado la habitación, que buena falta le hacía, y mi madre ya se estaba poniendo pesada. Entre bolsas y papeles han salido recuerdos, buenos recuerdos, posiblemente algunos de los mejores recuerdos que guardo, de esos que te sacan una sonrisa, pero que a la vez te dan ganas de llorar; llorar de alegría, por todo lo que pasó, por lo feliz que me hicieron esos momentos, por lo que nos dijimos, en persona y en papel… Y es que hoy he vuelto a leer esas notitas con las que despertaba cada mañana, o con las que me acostaba cada noche. Esas hojitas de libreta arrancadas o esos post-it de colorines que brillaban bajo una chincheta. Esas notitas que sólo con verlas me hacían correr con una gran sonrisa porque sabía que alguien se había acordado de mí.
Pero las tuyas eran especiales. Yo ya sabía si una nota era tuya o de otra persona antes de abrirla y leerla. Quizá sea por el contenido, porque sabía que cada palabra de las que me escribías era especial, era ilusionante, era alegría.
Y hoy las he vuelto a leer, y me he dado cuenta de lo importantes que fuimos el uno para el otro, de lo tontos que fuimos el uno con el otro, de lo que nos quisimos el uno al otro…
He revivido días tan felices, que, sinceramente, llevo todo el día pensando en ti. He pensado mucho, he visto fotos, he recordado momentos, lugares, besos… Y he pensado en que es lo que nos depara el futuro, pero es una nueva incertidumbre.
Puede que haya perdido una parte de mi ilusión, pero puedo garantizar que ni un gramo de mi amor se ha visto afectado, porque sigo teniendo el gusanillo cuando te veo, aunque sea en fotos, y porque me he dado cuenta de que después de ti, después de ti no hay nada…
Javi Velilla