miércoles, marzo 21, 2007

Invasion de Irak


Esta historia comienza hace 4 años, hace decenas de meses, hace miles de días, hace centenares de miles de muertos (60.000 según las fuentes más conservadoras).
Entonces, “Los tres de las Azores”, dirigentes de tres de los países más influyentes del mundo, decidieron jugar al escondite, pero perdiendo cualquier matiz lúdico posible.
El motivo que alegaron fue la posesión del gobierno iraquí de armas de destrucción masiva. 4 años después, ha quedado demostrada la inexistencia de dichas armas, corroborando lo que gran parte de la población mundial intuía.
El acontecimiento supuso la mayor mentira de los últimos años, y el mayor error de las últimas décadas.
Pese a la ya nombrada demostración de inexistencia de tales armas, los dirigentes, alguno fuera ya del máximo poder nacional, siguen sin reconocer su error, incluso, en tono jocoso alegar su “falta de listeza” por no haberse dado cuenta de la realidad. Pese a esto, nadie ha pedido todavía disculpas, tampoco se les espera, ni ningún síntoma de arrepentimiento, es más, siguen convencidos, o así lo quieren hacer ver, de que la invasión fue adecuada y apropiada para los iraquíes. Pues bien según una encuesta revelada recientemente, 8 de cada 10 ciudadanos iraquíes tienen miedo a la muerte. No es de extrañar viendo que cada día fallecen decenas de ciudadanos inocentes, que desgraciadamente son los que acaban pagando las guerras como esta.
Hoy, está sembrada la semilla de la rivalidad con el mundo musulmán, con carácter reversible, que amenaza con convertirse en uno de los máximos problemas del futuro próximo. El fanatismo de los incondicionales musulmanes parece ser difícil de contrarrestar, y mucho menos con actuaciones como las de estos individuos. No es necesario nombrar los desgraciados acontecimientos provocados por este ejército islamista.
En nuestro país, el máximo dirigente en el momento de tal decisión pagó cara su osadía, solo queda que la paguen también los restantes, y aunque sea conscientemente, también todos aquellos que apoyaron esta maldita guerra, o mejor dicho quienes todavía la defienden.
Desgraciadamente, una vez más, han pagado justos por pecadores. Que todo esto, aunque sea un precio demasiado caro para una lección, nos haga aprender.
“Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”
Javier Velilla

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