jueves, diciembre 11, 2008

Impresiones de un derby aragonés



El sábado pasado, se disputó, en el estadio municipal de La Romareda, un derby futbolístico aragonés que llevaba más de cinco decenas de años sin celebrarse. El Real Zaragoza y la S.D. Huesca volvían a medir sus fuerzas, esta vez en segunda división.
El encuentro venía tiempo celebrándose, de alguna u otra manera, incluso antes de que ni Zaragoza ni Huesca contasen con equipos en la Segunda División (me niego a llamarle con el nombre ese que le han pueso actualmente). Tanto en Huesca como en Zaragoza, se tenían en cuenta las situaciones en sus respectivas divisiones hace meses, pensando en un posible futuro derby.
Era frecuente escuchar en Huesca cánticos del tipo: "El años que viene, derby aragonés", celebrándo su posición privilegiado en lo alto de la Segunda División B, y de paso mofándose de que el Real Zaragoza se encontraba en puestos de descenso, y con pocos síntomas de poder liberarse de la categoría de plata. En la capital maña, también podían intuírse los miedos del posible derby, pero con la única pena de que el Zaragoza perdiese la categoría.
Una vez se confirmaron tanto el ascenso de la S.D. Huesca, como el descenso del Real Zaragoza, se comenzó a hablar, ya de una manera real del derby. Se miraron con atención las fechas, y todos estaban expectantes. Todos ya, teníamos ganas del duelo.

Me llama mucho la atención, y aqui hago un inciso, que en Huesca se alegren tanto de las desgracias de Zaragoza, principalmente en este tema del fútbol. Y lo digo con conocimiento de causa. Estoy estudiando mi carrera allí, en Huesca, siendo zaragozano, y me produce una cierta tristeza que Huesca, una ciudad tan bonita, y tan plagada de gente maravillosa, tenga ese cierto odio hacia nosotros. Más todavía, porque no es un odio compartido, no es una rivalidad mutua. Zaragoza no pretende compartir con Huesca, sino todo lo contrario. El año pasado, muchisimos zaragozanos y zaragocistas, nos alegramos (me incluyo) en el ascenso del Huesca. Ví los partidos de ascenso, y vibré como si de mi Zaragoza se tratase. Lo siento, no lo entiendo.

Volvamos al derby. Por fin, llegó la semana en cuestión. tengo que confesar que estaba impaciente. No podía ni pensar en una posible derrota, tenía la ambición de ganar y de dejar las cosas en su sitio. No quería ni pensar en las posibles burlas de los oscenses o de los tocanarices sin más (gente que ni es de Huesca, ni es del Huesca).

La expectación era máxima. Una Romareda al borde del lleno absoluto, y miles de oscenses desplazados a la capital, sin otro objetivo que untarle el morro al "gallito" de la categoría.

El ambiente que se respiraba era, sinceramente , bueno. Había leído en la prensa algo sobre el hermanamiento de algunas peñas, y todo parecía ser bastante cordial, pero, todo tenía que torcerse.

Unos 20 minutos antes de que comenzase el partido, algún ilustrado pensó que era el momento. No bastaba con animar y alentar a la Sociedad Deportiva, sino que se debía comenzar con los insultos. Y comenzo un "Es cheposo el que no bote". (Debo aclarar, para quien no lo sepa, que a los de Zaragoza nos llaman "cheposos", siendo común este canto, y a los oscenses les llamamos "fatos", ambos despectivamente, pese a lo que diga Petón). El cantico duró....pues unos pocos segundos, porque ni la afición zaragocista entró al trapo, ni les quedó demasiado curioso el cántico, que digamos.

El partido empezó, con un gran tifo del Colectivo 1932, donde se exhibían todos los títulos que ostenta la ciudad de Zaragoza. Y continuó con un buen tifo vocal, que duró todo el partido.

Debo decir que la afición del Huesca estuvo también muy animada durante casi todo el partido, a pesar de los periódicos canticos ofensivos.

Futbolísticamente, debo descir que a mi opinión fue un partido igualado que se determinó por ambas expulsiones. La autoexpulsión de Arizmendi, que permitió que el Huesca se adelantase hasta el 0 -2, nos hizo pensar, a muchos zaragocistas, en lo peor. Y la inexistente expulsión de Helguera, cuando más apretaba el conjunto local, y que acabó por derrumbar la resistencia oscense, en los que para mi fue un justo empate.

Respecto a los cantos de la afición del Huesca, quiero aplaudir, felicitar, y de paso, enorgullecerme, de la actitud de la Romareda, y en especial del Colectivo 1932, que no sólo no hizo caso a estos insultos, sino que los aplaudió educadamente, no entró al trapo, y los cantó a coro con la afición visitante, en lo que fue un ejemplo de caballerosidad, de saber estar y de elegancia, a lo que los aficionados altoaragoneses no pudieron hacer otra cosa que callar y volver a sentarse. Repito un 10 para la afición maña, y un 11 para el Colectivo 1932.

A partir de ahí, espero que se reflexione, y se actúe en consecuencia. Que son dos equipos cercanos, hermanos, y que deberíamos alegrarnos de los éxitos ajenos, y pese a darlo todo pos su equipo cada cual, pensar que somos los dos máximos equipos de Aragón (ojalá algún día se incorpore el Teruel y esto sea un juego a tres bandas) y que somos un espejo de Aragón en España.


Javier Velilla

1 comentario:

Anónimo dijo...

desde mi punto de vista y el de much@s de mis amig@s, lo de "cheposo" no es un insulto (por lo menos ahora), pues yo lo digo a gente muy querida sin ninguna mala intención. igual que a muchos oscenses que conozco no nos importa que nos llamen "fatos".

y lo del fútbol...me parece tan absurdo que dos personas se insulten y tengan rivalidades por eso, que no merece la pena comentarlo.
sólo hay que fijarse en el barça-madrid: las aficiones más enfrentadas de la liga española. y luego ves a los jugadores en el campo y fuera de él y se llevan de p madre entre ellos.

en fin, que "el fútbol es así" no?
pues que dediquen el dinero de los fichajes a mejores propósitos.

yo mejor me preocupo por no perder mi trabajo.